A propósito de las revistas
Las revistas constituyen un medio de comunicación que abre una brecha generacional.
Precisamente esa separación hará que posiblemente sucumban ante el embate tecnológico de otros medios asequibles, sobre todo, para los jóvenes, hijos de la cultura de la pantalla y de la red internacional (INTERNET), fundamentalmente.
Las generaciones anteriores sostienen la existencia de las revistas actualmente. Muchas personas de éstas, especialmente profesionales e interesados en algunas publicaciones específicas, siguen suscritos a varias de ellas; es común recibirlas en sus apartados postales, en la mayoría de los casos.
Son pocos los jóvenes profesionales, empresarios y técnicos que se interesan en leer una revista relacionada con su actividad. Más bien, si acceden a alguna es en busca de la frivolidad, de lo mágico, del escape.
Sin embargo, en honor a la verdad y un poco en contraposición a lo anterior, es interesante ver a muchachos y muchachas, especialmente colegiales, LEYENDO y no comprando, revistas que tratan temas como el amor, los juegos electrónicos, físico culturismo, fetichismo y temas eróticos en los puestos de las mismas en librerías, supermercados y sitios especializados en centros comerciales y otros. In situ, leyéndolas y no comprándolas. También es interesante observar rotulitos que colocan los propietarios de estos puestos en donde increpan a la gente a no leerlas ahí. “Terminantemente prohibido leer las revistas en este lugar”.
Es normal ver al guarda o vigilante del puesto acercarse a los muchachos y llamarles la atención. Por supuesto que media un asunto económico muchas veces porque varias de las revistas tienen precios importantes y muchos de ellos no pueden adquirirlas.
Me atrevo a decir que el interés por las revistas se comenzó a perder conforme la información se hizo más inmediata. Los satélites de comunicación permiten ver, oír y leer una noticia o un evento que sucede al otro lado del mundo, ¡el mismo día!
Internet es ya y usted tiene la información que busca o necesita. La tele con sus noticiarios y “revistas televisivas” ponen en manos, más bien en ojos y oídos de las personas, entretenimiento, documentales y programas de la más dudosa calidad.
Si uno observa con detenimiento una revista, por lo general el tratamiento de la información que despliega en sus páginas es casi de análisis, de opinión. Artículos firmados por especialistas y temas trascendentales.
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Precisamente esa separación hará que posiblemente sucumban ante el embate tecnológico de otros medios asequibles, sobre todo, para los jóvenes, hijos de la cultura de la pantalla y de la red internacional (INTERNET), fundamentalmente.
Las generaciones anteriores sostienen la existencia de las revistas actualmente. Muchas personas de éstas, especialmente profesionales e interesados en algunas publicaciones específicas, siguen suscritos a varias de ellas; es común recibirlas en sus apartados postales, en la mayoría de los casos.
Son pocos los jóvenes profesionales, empresarios y técnicos que se interesan en leer una revista relacionada con su actividad. Más bien, si acceden a alguna es en busca de la frivolidad, de lo mágico, del escape.
Sin embargo, en honor a la verdad y un poco en contraposición a lo anterior, es interesante ver a muchachos y muchachas, especialmente colegiales, LEYENDO y no comprando, revistas que tratan temas como el amor, los juegos electrónicos, físico culturismo, fetichismo y temas eróticos en los puestos de las mismas en librerías, supermercados y sitios especializados en centros comerciales y otros. In situ, leyéndolas y no comprándolas. También es interesante observar rotulitos que colocan los propietarios de estos puestos en donde increpan a la gente a no leerlas ahí. “Terminantemente prohibido leer las revistas en este lugar”.
Es normal ver al guarda o vigilante del puesto acercarse a los muchachos y llamarles la atención. Por supuesto que media un asunto económico muchas veces porque varias de las revistas tienen precios importantes y muchos de ellos no pueden adquirirlas.
Me atrevo a decir que el interés por las revistas se comenzó a perder conforme la información se hizo más inmediata. Los satélites de comunicación permiten ver, oír y leer una noticia o un evento que sucede al otro lado del mundo, ¡el mismo día!
Internet es ya y usted tiene la información que busca o necesita. La tele con sus noticiarios y “revistas televisivas” ponen en manos, más bien en ojos y oídos de las personas, entretenimiento, documentales y programas de la más dudosa calidad.
Si uno observa con detenimiento una revista, por lo general el tratamiento de la información que despliega en sus páginas es casi de análisis, de opinión. Artículos firmados por especialistas y temas trascendentales.
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Labels: Punto de Vista

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